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Derrotando al Dr. Oscuro

Un grillo en mi salón

De madrugada, yo en cama,
comienza un grillo su canción.
Cri, cri, cri, grita y repite,
Y pone fin a mi sopor.

Paciencia, pienso: ya se irá.
Estoy reventado, extenuado:
lo de hacer ejercicio
me tiene tan cansado

que no dudo un momento
en que vencerá el sueño
al chillido molesto
del grillo su concierto.

Es pertinaz, el bicho.
Canta alto, el bicho.
¿No está muy cerca el bicho?
¡Que alguien le quite el altavoz!

Una hora ya ha pasado
desde que, como un reloj,
cada segundo ha marcado
el cri-cri desvelador.

¡Maldito seas, insecto!
A cabezón no me ganas,
Me levanto a por agua
Y vuelvo raudo a la cama.

En el pasillo, se calla.
¡Qué paz! ¡A dormir!
Pero el pedazo canalla
en cuanto toco la almohada

retoma su llanto o reclamo
con el furor renovado
del amante despechado.
¡Pa’ mí que va mal follado!

Otra vez me levanto
en arameo jurando.
¡Cómo el bicho grita tanto,
cómo forma tal espanto!

Ni que estuviera escondido
en mi cocina o el baño,
o bajo el mueble metido,
ése tan grande y de antaño.

De puntillas me acerco
Y ahí lo encuentro tan pancho.
En un rincón apoyado
Al fresquito y tan ancho.

Con la escoba pongo fin
A la eterna serenata.
A esta hora no hay piedad
Para un bicho de seis patas.

Pero el insecto fantasma
Aún vaga por mi casa,
Y como última venganza
A las siete de la mañana

El despertador ha dicho
en claro homenaje al bicho:
¡CRI CRI CRI CRI CRI CRI!

2 comentarios

Nacho -

Pues no sería mala técnica. Me río yo de los métodos tipo Estivill o Ferber. ¿Que el niño llora? ¡Dale con la escoba! :D (Voy a ser un padre genial, ¿que no?)

Luis -

Jajaja, buenisimo. Enhorabuena.
Eso sí, espera a tener niños y ya añorarás los grillos. ¡Y no podras usar la escoba!